DAÑO CEREBRAL ADQUIRIDO (DCA)

El Daño Cerebral Adquirido (DCA) es una lesión en las estructuras cerebrales el origen del cual no es hereditario ni degenerativo. Es decir, habiendo nacido sin ningún tipo de daño en el cerebro se produce un daño cerebral de forma súbita y brusca, debido a diferentes causas.

El abanico de severidad y de posibles secuelas del daño cerebral es muy amplio, desde la recuperación completa hasta los estados vegetativos. Algunas de las secuelas pueden afectar de manera significativa a la autonomía de las personas afectadas y modificar también la situación de las familias. En Rehacer se trabaja con ese grupo de personas para ayudarles a recuperar autonomía y calidad de vida.

La principal causa de daño cerebral es el ictus, seguida de los traumatismos craneoencefálicos  y enfermedades como las anoxias, los tumores cerebrales o las infecciones.

CAUSAS MÁS COMUNES

Ictus: infartos y hemorragias cerebrales
Los ictus o accidentes cerebro-vasculares (ACV) están provocados por problemas de riego cerebral. Los ictus se pueden producir por obstrucciones de las arterias, en ese caso hablamos de trombosis, o por rotura de las arterias, hablamos entonces de hemorragias. La palabra derrame hace referencia a este último tipo de ictus. La extensión del área cerebral afectada, la localización de la lesión y la edad de la persona con daño cerebral son los tres factores que inciden de manera más clara en el cuadro clínico que emerge a los días o semanas del ictus. Así, podemos tener pacientes en estado vegetativo que plantean sobre todo necesidades de cuidados, mientras que en el otro extremo otras personas recuperan la salud en días o semanas.

Traumatismos craneoencefálicos
Un traumatismo craneoencefálico (TCE) es un golpe en la cabeza lo suficientemente intenso como para alterar el nivel de conciencia o causar una fractura craneal. La mayor parte de las personas que sufren un TCE son jóvenes que han tenido accidentes laborales o de tráfico. Otra fuente de TCEs son las caídas (sobre todo en la infancia y en personas de edad avanzada), las agresiones y los golpes sufridos practicando una actividad deportiva o de riesgo.

Anoxia cerebral
Es la falta de oxigeno en el cerebro y puede estar motivada por una parada cardiaca, un ahogamiento, una intoxicación por monóxido de carbono, un atragantamiento u otros trastornos del sistema respiratorio. Las anoxias prenatales o perinatales también son causas frecuentes de lesión cerebral.

Tumores
Como en el caso de los traumatismos, la supervivencia en los tumores cerebrales está aumentando. Ello da lugar a situaciones de personas que sobreviven a esta grave enfermedad pero que han de afrontar procesos de rehabilitación.
Encefalitis
La causa más frecuente es la infección por herpes virus. Este tipo de infección afecta a los lóbulos temporales y frontales de manera preferente. Los problemas de memoria y de lenguaje, así como los cambios emocionales y de conducta son comunes en los casos más graves.

SECUELAS

El daño cerebral puede afectar a todas las áreas del funcionamiento del ser humano. Por ello, las secuelas de una lesión cerebral pueden ser muy distintas y complejas. Los déficits dependerán del tipo de lesión, la localización y severidad inicial de la misma, así como de características propias de cada persona afectada como la edad, personalidad o capacidades previas a la lesión.
Las secuelas se agrupan en cuatro dimensiones que pueden solaparse o no en una misma persona:

Déficits físico-motores
Pueden producirse alteraciones del equilibrio, alteraciones o incapacidad para la bipedestación (mantenerse de pie), alteraciones o incapacidad para la marcha, limitaciones o alteraciones en el movimiento de una o varias extremidades, o incluso el control del tronco y cabeza en situación de reposo. Otras alteraciones que pueden surgir son: temblores, falta de sensibilidad y movilidad fina en miembros del cuerpo, e incluso pérdida parcial o total de alguno de los sentidos como la vista.

Déficits cognitivos
Podemos citar déficits de aprendizaje y memoria, déficits atencionales, alteraciones del lenguaje, alteraciones del pensamiento formal (razonamiento lógico-deductivo, resolución de problemas, abstracción) y alteraciones en la regulación de la conducta propositiva o dirigida a una meta (planificación, iniciación y autorregulación conductual). En definitiva, puede verse afectada la capacidad de pensamiento, toma de decisiones y control consciente de nuestra conducta.

Alteraciones de la comunicación
Cuando, sin que sea un problema físico (falta de movilidad en la lengua), existe una dificultad para expresarse o para la comprensión oral. Estas secuelas se producen como consecuencia de la alteración de habilidades físicas y cognitivas o la combinación de las mismas. Cuando se trata de alteraciones físicas, se ve afectada la expresión oral (debido a la pérdida de control de los músculos fonoarticulatorios), escrita (pérdida de control de los miembros superiores) o de la comprensión (pérdida de la capacidad de audición o interpretación de sonidos). También existen alteraciones del lenguaje que producen la incapacidad para la expresión o comprensión oral, a pesar de que el sistema físico-motor permanezca intacto (por ejemplo, alguien que podría hablar, pero no encuentra las palabras). En este caso, se trata de una alteración de los procesos del lenguaje (comprensión, expresión) denominada afasia.

Alteraciones Conductuales y/o Emocionales:
Aparecen alteraciones conductuales y/o emocionales asociadas con cambios de carácter o personalidad. El origen de las alteraciones conductuales se podría considerar de dos formas: Falta de inhibición, lo que causa desinhibición conductual, en ocasiones la desinhibición provoca conductas físicas o verbalmente agresivas. Otras personas muestran exceso de inhibición o pobre iniciativa conductual; la persona con daño cerebral muestra apatía no iniciando actividades si no se le pide explícitamente, no disfruta tanto de las cosas que antes le gustaban, tiene sensación de agotamiento y letargo, y a nivel afectivo apenas expresa las emociones.
A nivel emocional, es posible que la persona con daño cerebral se encuentre más irritable, impaciente, con explosiones súbitas de ira, síntomas de depresión, desánimo o labilidad emocional.
Finalmente, una característica frecuente en las personas con daño cerebral es su falta de conciencia de los déficits derivados de la lesión cerebral (Anosognosia), especialmente cuando se trata de alteraciones cognitivas y emocionales. Si aparece este síntoma, frecuentemente la persona afectada rechaza la ayuda o dirección de quien le supervisa, dificultando su cuidado y rehabilitación.

Entorno familiar
La familia también se ve afectada. El cambio que supone esta nueva circunstancia y su aparición inesperada produce una desestructuración en el entorno familiar.
Rehacer atiende tanto a la persona con daño cerebral como a su familia, porque entendemos que no solamente hay personas afectadas por daño cerebral, sino familias que lo padecen.

RECUPERACIÓN

Es difícil determinar el nivel de recuperación de un paciente porque hay factores que intervienen en el proceso que todavía no se conocen. Como regla general, cuanto más grave sea la lesión, peor es el pronóstico. La cantidad de cerebro dañada por un tumor, una hemorragia, un objeto penetrante, pueden ser observadas a través de un escáner o una resonancia, y pueden indicar la gravedad de la lesión. El nivel de consciencia al ingresar, tiempo de permanencia en coma, y duración de la amnesia post-traumática son los mejores indicadores de la gravedad de la lesión.

Otro de los factores que pueden influir en la recuperación es el nivel del funcionamiento previo a la lesión. Si una persona era muy inteligente o deportista, es común que llegue a una mejor recuperación, ya que esa riqueza física y mental puede cubrir, en parte, las facultades perdidas. Sin embargo el cerebro nos sorprende de vez en cuando y personas con lesiones severas pueden llegar a funcionar mejor que personas con lesiones leves.

La mejor forma de ayudar a una persona querida a superar la lesión es ayudarle a entrar en un programa de rehabilitación especializado en daño cerebral.

El apoyo de familiares es uno de los pilares básicos. La familia ha de mantenerse informada para poder dar respuesta a las necesidades de la persona usuaria y conocer la mejor manera de responder ante conductas disruptivas. El cariño y el apoyo de los familiares hacia la persona afectada puede ser el mejor método para evitar conflictos o preocupaciones innecesarias.

EL DAÑO CEREBRAL EN DATOS

En España, el DCA se ha convertido en una de las causas más importantes de discapacidad creando en muchas personas un nivel de dependencia muy alto. De acuerdo con el informe realizado por FEDACE con la colaboración del Real Patronato sobre Discapacidad durante el año 2015; en España viven 420.000 personas con Daño Cerebral Adquirido.

  • El 78% de los casos tuvieron su origen en un ictus.
  • 22% restante en traumatismos craneoencefálicos y otras causas.
  • Cada año se dan 104.071 nuevos casos de Daño Cerebral Adquirido: 99.284 por accidentes cerebrovasculares, 4.937 por TCEs y 481 por anoxias.
  • El 65,03% de las personas con DCA son mayores de 65 años, dato que se relaciona con la alta incidencia del ictus en un colectivo en el que la mayor parte del mismo (el 52%) son mujeres.
  • Más del 70% de los traumatismos craneoencefálicos tienen su origen en los accidentes de tráfico con una significativa incidencia en la juventud.

DAÑO CEREBRAL Y EMPLEO

 6 de cada 10 personas con daño cerebral en edad laboral se encuentran en situación de inactividad, una circunstancia que está estrechamente ligada a la edad, ya que la mayor tasa de desempleo es a partir de los 50 años.

Por ello, desde FEDACE se impulsa la plataforma online para el empleo de personas con daño cerebral en la que promocionar el talento de las personas con Daño Cerebral y promocionar su contratación.

Esta plataforma se realiza gracias a la financiación de Fundación ONCE y al grupo de trabajo en el que colabora REHACER junto a otras asociaciones de daño cerebral de España. https://fedace.org/empleo/

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